“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina”. Mateo 7:28
Con estas palabras Jesús termina su prédica más conocida, y más larga: “El sermón del monte”.
Dos cosas son importantes notar aquí. Primero, que este sermón fue bastante largo, empieza en el capítulo 5 ¡pero termina en el capítulo 7! Esto quiere decir, que este sermón duró no solo unos 30 minutos, sino muchas horas. ¿Cuántos de nosotros nos aburrimos después de 10 minutos de estar en la iglesia? Alguien dirá, “pero mi pastor (o el hermano que predica) es muy aburrido”. Esto me lleva a lo segundo. No depende del que predica, sino del que escucha.
Jesús fue el mejor predicador que ha existido, pero aún así los fariseos que lo escucharon se aburrieron, enojaron, y aborrecieron sus prédicas. Por otro lado, la gente que en verdad fue a escuchar y no criticar, se benefició mucho de sus prédicas. Dicen que el promedio de atención de un ser humano hoy en día es de 9 minutos. Eso quiere decir, que si nosotros hubiésemos estado ese día cuando Jesús predicó, ninguno de nosotros hubiera terminado de escucharlo. Si su pastor es un idiota, es entendible que usted se aburra, y/o rechace lo que él dice. Pero si no lo es, si es que su pastor (aunque siendo un hombre común y corriente) predica lo que la Biblia dice, entonces el problema no es que él es un idiota, sino que usted es un fariseo.
No vaya con una actitud farisaica el domingo. Vaya mas bien a escuchar lo que Dios quiere decirle, por medio de la persona que predica.