Provocando ira en los hijos

publicado en: Devocionales | 0

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Efesios 6:4

El conocido escritor D. L. Steward cuenta que después de una conferencia, subió a su carro y regresó a casa con su hijo de 14 años. En el camino, su hijo le dijo: “Te admiro papá por ser capaz de hacer lo que haces, siempre sabes que decirle a las personas…y siempre sabes lo que haces” Al escuchar eso D. L. Steward dice: “Yo sonreí, y…me sonrojé. Pero la verdad es que ese ese momento no supe que decirle a mi propio hijo…le agradecí, y luego le dije que algún día, él también se sentiría cómodo hablando en frente de audiencias como esta, y que también sabría que decirle a las personas. Pero la verdad es que, lo que realmente quería decirle esa noche, es que su padre no era realmente como él pensaba…[que] al igual que muchos padres, no puede admitir sus errores y debilidades porque tiene miedo… lo que debería haberle dicho a mi hijo esa noche, es que algún día, cuando él sea padre, también va a sentir miedo, duda, y dolor, pero [que no debe desesperarse] que eso a veces pasa. [Tristemente], esto es algo que mi padre nunca me dijo a mí…y algo que yo todavía no se lo he dicho a mi hijo”.

Tarde o temprano, este joven va a darse cuenta que su padre no le dijo toda la verdad. Especialmente cuando se encuentre en circunstancias difíciles y no tan positivas como su padre prometió. Todo esto lo va a enojar.

¿Quieres no causarle ira o enojo en tu hijo? Entonces no le mientas acerca de ti. No tapes tus errores y sobre todo no los excuses diciéndole que el no entiende. Él entiende muy bien, que estás siendo hipócrita, y que lo estás tratando como una persona estúpida. Un hijo que crece con la idea de que sus padres “no fallan”, no está siendo preparado para la vida, sino para el fracaso y la desilusión. Por otro lado, el niño que crece con padres que reconocen sus errores y pecados, crece sin ira, crece en la disciplina y amonestación del Señor. Y sobre todo, está preparado para la vida.