Gracia abundante

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“¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” Romanos 6:1–2 (NVI)

En la Biblia la palabra “gracia” significa “regalo inmerecido” de parte de Dios, y hace referencia a la salvación en Cristo, y a todas esas otras cosas que Dios nos da, sin que lo merezcamos. Pero la gracia de Dios va aun más allá.

El apóstol Pablo dice en el versículo de hoy: “¿Si es que Dios en su gracia, siempre nos perdona cuando pecamos, ¿deberíamos acaso seguir pecando porque Dios siempre es bueno?” la respuesta obviamente es “NO”. ¿Por qué? Porque cuando la gracia es bien entendida, esta nos empuja a ya no seguir pecando más. Por ejemplo, cuando nuestro jefe nos da una nueva oportunidad después de haber fallado, nuestra respuesta no es ser arrogantes, o mal agradecidos, sino tratar de hacerlo mejor y ya no fallar. En este caso, la gracia de nuestro jefe nos anima hacer mejor nuestro trabajo. Lo mismo sucede con Dios. Cuando entendemos bien Su gracia, encontramos en esa gracia la fuerza para luchar en contra del pecado.

El escritor John Piper lo pone de esta manera: “La gracia no es simplemente misericordia cuando hemos pecado, sino también el regalo de Dios para no pecar. La gracia no es solo perdón, sino también poder. El poder que tenemos para obedecer a Dios, [un poder] que no sale de nuestras propias fuerzas, sino de la fuerza que viene del Señor por medio de su Gracia”.

Así que, cada vez que pecamos Dios es bueno y nos perdona. Pero eso no debería hacernos pecar más, sino más bien, llenarnos de fuerza para ya no pecar tanto.