“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Gálatas 5:24
Antes de ser cristianos, nuestros deseos y pasiones nos controlaban, porque éramos esclavos del pecado. Pero cuando nos convertimos al cristianismo, cambiamos de amo y dueño. Ahora, nuestro amo es Cristo y por lo tanto, ya no tenemos que hacer lo que el pecado nos ordena. ¿Por qué entonces muchos de nosotros seguimos pecando y satisfaciendo nuestras pasiones y deseos corrompidos? Porque todavía tenemos que aprender a dejar de escuchar al pecado, y comenzar a escuchar a Cristo.
Grey Barnhouse ilustra esto de la siguiente manera. “Durante un viaje en alta mar, el capitán de un barco se volvió loco. Y como todavía estaban a medio camino, los marineros decidieron poner al siguiente oficial al mando en control de todo el barco, haciéndolo así su nuevo capitán. Por supuesto, el antiguo capitán ya no tenía autoridad ni poder sobre nadie. Sin embargo, algunos miembros de la tripulación todavía se sentían obligados a obedecer cuando este les gritaba o les daba órdenes desde su celda. Claro, poco a poco, con tiempo y esfuerzo, la tripulación fue recordando que había un nuevo capitán al mando, y que, en vez de responder al antiguo capitán, tenían que aprender a obedecer y responder al nuevo”. Esto es exactamente lo que sucede con muchos de nosotros los cristianos. Seguimos cometiendo los mismos pecados porque todavía no hemos aprendido a dejar de escuchar al viejo amo, el pecado. Si ese es tu caso RECUERDA, puedes seguir escuchando y obedeciendo al pecado si es que quieres, pero ya no tienes que hacerlo porque ha sido derrotado. Ahora, somos libres de su poder, libres para escuchar y obedecer a nuestro nuevo amo, Cristo.