Arruinando el futuro de nuestros hijos

publicado en: Devocionales | 0

“Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde”. Lucas 15:11–12

Una de las cosas más interesantes en esta parábola del hijo pródigo, es que el padre dejó ir a su hijo. Esta decisión fue arriesgada, pero necesaria. Necesaria porque su hijo necesitaba aprender a independizarse, y arriesgada porque su hijo podía nunca regresar. Esto nos sirve de lección a muchos de nosotros. Porque penosamente existen padres que nunca dejan ir a sus hijos, aun cuando estos ya son viejos. Eso no está bien. Tenemos que educar a nuestros hijos para independizarse, pues esa es la ley de la vida. Que salgan y empiecen su propio hogar.

La consejera June Hunt nos ayuda a ver mejor esto. “Deje de ver a su hijo como si fuera una extensión de su propia vida, o si no él estará viviendo la vida suya, y no la que él fue creado para vivir. Deje a un lado el deseo de poseer a su hijo, porque su hijo no es suyo, primeramente, le pertenece a Dios. Deje la inclinación de controlar a su hijo, porque lo que él necesita es aprender a desligarse. Deje las expectativas que usted tenía para su hijo, porque Dios tiene nuevas y diferentes para él. Deje de entremeterse para evitar que su hijo fracase en todo, porque tarde o temprano lo va a hacer con, o sin usted. Deje de buscar la armonía perfecta todo el tiempo en la vida de su hijo, porque esta solo existe en el cielo. Deje a un lado su propia necesidad de amor, la verdadera fuente de amor es Dios, no sus hijos”. Sin importar cuál sea la razón por la que sobreprotege a sus hijos, ya no lo haga. Al hacer eso no los está preparando para la vida, sino destruyendo su futuro.