Cumpliendo con el segundo gran mandamiento

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“Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo…”. Marcos 12.31
Cuídate de no llegar a ser un cristiano “súper-espiritual”. Cuenta una historia que un pastor fue a visitar a su hijo quien era médico en una ciudad. Después de los saludos iniciales, el padre preguntó a su hijo, “¿y cómo va?”. Su hijo contestó, “profesionalmente creo que bien. Aunque a veces quisiera poder hacer algo más para Dios. Ya sabes, voy a la iglesia, leo mi Biblia y oro. Y eso está bien, pero a veces siento como que debería hacer algo más”.
Esa misma tarde el padre acompañó a su hijo a la clínica donde trabajaba. Su hijo atendió a catorce personas. Cuando el último paciente salió, el padre dijo a su hijo: “¿Cómo es que piensas que no estás haciendo lo suficiente para Dios? Dios te ha mandado a amar a tu prójimo, y de lo que yo veo tu cumples con ese mandato por medio de tu profesión”. Esta historia ilustra una gran verdad que todos debemos recordar. Especialmente porque hoy en día existen iglesias cristianas que enseñan que si no andamos predicando en las calles o en los parques, o evangelizando aquí o allá, no estamos cumpliendo con la voluntad de Dios. ¡Qué tontería Qué necedad! Al enseñar estas cosas dichas iglesias lo único que hacen es crear cristianos “súper espirituales”. Cristianos que andan por el mundo tratando de poner todo lo que hacen en una envoltura de “espiritualidad”. Ese no es al camino de la Biblia. Jesús dijo que amemos a nuestro prójimo, y no hay mejor manera de hacerlo que por medio de lo que hacemos cada día. Así que ¿Cómo cumplen el sastre, el zapatero, el ingeniero, la madre, y el gerente con el mandato de Cristo de amar al prójimo? Arreglando bien la ropa, el zapato, la carretera, cambiando el pañal del bebé, y dirigiendo bien su empresa. Así cumplen todos ellos con el mandato de Cristo porque por medio de lo que hacen están ayudando a su prójimo. No confundas las cosas y te vuelvas “súper-espiritual”. Cuando tenemos que mostrar nuestro amor al prójimo hablándole de Cristo entonces lo hacemos. Pero cuando ese amor tenemos que mostrarlo por medio de nuestro servicio, lo hacemos con la misma pasión y con el mismo gozo.