Dos consejos para los padres

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“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Efesios 6:4

Por más que lo intentemos, nunca vamos a ser los mejores padres o madres del mundo, ni tampoco vamos a ser los peores. Siempre va a existir alguien mejor, o alguien peor. Sin embargo, algo que sí es seguro en nosotros, es que todos podemos llegar ser mejores padres de lo que ya somos. El pasaje de hoy entonces, nos da dos consejos puntuales que nos ayudan en esta labor. Primero, el texto dice que no debemos provocar a ira a nuestros hijos. Las palabras “provoquéis a ira” son traducidas de una sola palabra griega que es παροργίζω. Y en griego esta es una palabra que tiene la idea de ser una ira crónica, continua, o latente. Es decir, es una forma de ira, que en este caso yo como padre, continuamente estoy acumulando y avivando dentro de mi hijo. El texto entonces, NO está diciendo que nunca debemos corregir a nuestros hijos cuando hacen mal porque se van a enojar, no. Lo que el texto está diciendo es que no sembremos en nuestros hijos una forma de ira que es latente, continua, o crónica. Y ¿Cómo hacemos eso? De muchas maneras. Comparándolos, exigiéndoles cosas que no deberíamos, alabando a los demás y no a ellos, no cumpliendo nuestras promesas, no pidiendo perdón cuando nos equivocamos, castigándolos injustamente, teniendo favoritismos, no haciendo el intento de entenderlos, rechazándolos, sobreprotegiéndolos, etc. Las maneras de crear una ira crónica en ellos son infinitas. Pero el texto de hoy también nos da otro consejo. Nos dice que “debemos criarlos en disciplina y amonestación del Señor”. ¿Qué significa esto? Que debemos criar a nuestros hijos, es decir ayudarlos a crecer física, metal, psicológica y espiritualmente, por medio de la disciplina y la amonestación adecuada. Las palabras disciplina y amonestación en este texto no solo son palabras negativas, sino que encierran también la idea de educación, ánimo, y corrección cuando sea necesaria. Así que el consejo de Pablo es claro, ¿quieres ser un mejor padre o madre de familia? Entonces no crees en tu hijo una ira crónica. Por otro lado, no dejes de ayudarlo a madurar por medio de la buena educación, y la buena corrección. No seremos los mejores padres del mundo, pero todos podemos ser mejores.