Compartiendo con los que están cerca

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“Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. 2 Timoteo 3.15

En este versículo el apóstol Pablo le recuerda a Timoteo que desde que Timoteo había sido un niño, él ya había sabido las Escrituras. Y ¿quién le había enseñado estas cosas a Timoteo? Su abuela y su madre (2 Timoteo 1:5). Fueron estas mujeres, amas de casa, mujeres normales, viviendo una vida común y corriente quienes discipularon e instruyeron a Timoteo bíblicamente. Saber esto nos recuerda una verdad muy importante. Que el campo misionero siempre está más cerca de lo que pensamos. Erróneamente, mucha gente cree que los que más necesitan saber de Jesús son los desconocidos, esa gente en otros países, en las calles, o en los parques. Esto puede ser verdad, pero la verdad es también que los que están cerca nosotros necesitan igualmente saber más de Jesús. Históricamente los misioneros han sido siempre la excepción, y no la regla. Es decir, el evangelio en el mundo ha sido esparcido mayormente no por los misioneros, sino por gente común y corriente la cual comparte el mensaje mientras trabajaban en las zapaterías, carpinterías, cocinas, talleres, como amas de casa, o en cualquier otra ocupación. ¿Necesitamos misioneros? Claro que sí. Pero tanto como a ellos, necesitamos también gente común y corriente que comparta el mensaje mientras viven sus vidas ordinarias como lo hicieron la abuela y la madre de Timoteo. Así que no esperes a irte de misionero para acercar a alguien a Cristo. Generalmente el campo misionero, está más cerca de lo que crees. Solo tienes que mirar a tu alrededor.