Los cielos declaran la gloria de Dios.

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En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Gen 1:1)

La visión cristiana del mundo comienza con la creación, con una deliberada acción por parte de un ser personal que ha existido desde la eternidad. Antes de crear el mundo, el creador tomó una decisión, estableció un plan, y desarrollo un designio inteligente. Hay dos eventos que no se pueden excluir de la realidad, debido a que sin ellos nada tendría sentido en la vida; estos son: La Creación y la Redención.

Como vemos en nuestro texto de hoy por la iniciativa de Dios todo comienza a funcionar. Sin embargo, no podemos dejar pasar por alto el hecho de que para que haya el planeta tierra en donde more la vida, era necesario crear primeramente los cielos, en otras palabras, era necesario crear primeramente las condiciones. Y es este vasto universo y todo él, necesario para nuestra existencia; es por esto que la estructura física del universo ofrece asombrosa evidencia de propósito y de designio, su estructura es exactamente lo que debe ser para que haya vida. Por ejemplo, hay por lo menos 25 características del universo que son reconocidas como precisamente fijadas, ya que si fueran diferentes en la más mínima cantidad no habría vida en el universo. Además, hay 38 características de nuestra galaxia y del sistema solar que tienen que estar dentro de los límites precisos o no habría vida de ningún tipo.

Entonces es hora de preguntarnos: ¿Qué importante debe ser la vida humana para que se haya invertido tanto en la construcción del vasto universo? y ¿Estamos honrando a nuestro Creador por invertir tanto en nosotros?