Desde nuestros orígenes, Dios nos creó con un cuerpo maravilloso. Él quiso que tengamos un cuerpo, ya que, sin éste estaríamos incompletos y no podría disfrutar la belleza de la creación. Este pensamiento de que el cuerpo es malo es en primer lugar, fruto de entender mal las consecuencias que trajo el pecado. Cuando el pecado entro en el Edén afecto todo el ser, es decir cuerpo alma y espíritu, y no solamente el cuerpo. La muerte se infiltró en todo nuestro ser. Que sea más fácil de ver las consecuencias del pecado en el cuerpo como la enfermedad y la muerte, no significa que el alma no fue afectada, es por esto que la ciencia moderna afirma que más del 90% de las enfermedades del cuerpo se originan en el alma.
La filosofía de que el cuerpo es malo ha llevado a dos tipos de comportamientos destructivos en la historia de la humanidad: El primero tiene que ver con el ascetismo en el que la gente para purificarse de las contaminaciones de este mundo se ha retirado para vivir vidas aisladas, que al final solo han conseguido desarrollar vidas de hipocresía camuflada. El segundo comportamiento destructivo es el de dar rienda suelta a sus deseos carnales pensando que si el cuerpo es malo no debemos ponerlo limites, ya que de todas maneras nunca será bueno. Este tipo de pensamiento está llevando a la humanidad a un libertinaje sin precedentes. Cabe anotar aquí que “deseos carnales” no significa únicamente el deseo del cuerpo aislado del alma. Los “deseos carnales” tienen que ver principalmente con aquellos deseos interiores que hemos llegado a adquirir por cuanto hemos cedido una y otra vez a pasiones, hasta quedar esclavizados a ellas.