Todos empezamos con la misma cantidad de maldad.

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¡No hay ni uno solo que sea justo!… Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno! (Ro. 3: 10,12)

Jesús les dijo: —Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. (Mt. 21: 31)

 

Como vemos en el primer texto el apóstol Pablo describe la naturaleza del hombre con las siguientes palabras: “¡No hay ni uno solo que sea justo!… Todos se han ido por mal camino; todos por igual se han pervertido. ¡No hay quien haga lo bueno!

El Rey David nos hace también una descripción parecida del ser humano con las siguientes palabras: “En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre.

Frente a estas palabras y a las palabras que Jesús expresa en el segundo texto, se ve con claridad que todos necesitamos de salvación, tanto los moralmente virtuosos como los que han dejado que su instinto le gobierne a tal punto que se han degenerado en vicios y en actos vergonzosos. Pues la simiente de maldad es la misma pero la herencia espiritual que han recibido ha sido diferente, los unos han crecido en un ambiente en donde han recibido más amor, más aceptación y mejor disciplina que los otros, un hogar caracterizado por el temor y amor a Dios; mientras que los otros han crecido en un ambiente hostil caracterizado por el rechazo y el abandono, muchos de estos han sido abusados y es por esto que también hoy son abusadores.

Sin embargo, Jesús nos muestra que tanto los moralmente virtuosos como los que han caído en desgracia moral necesitan de salvación; por cuanto en el fondo somos iguales en maldad. Pero también nos dice que, ha aquellos que son moralmente virtuosos les cuesta aceptar la salvación, por cuanto creen que no lo necesitan, mientras que a aquellos que han caído en desgracia les es más fácil buscar de Dios; por cuanto la misma sociedad los señala con el dedo acusador. Frente a esta realidad podemos contemporizar la expresión de Jesús con la que encabezo este artículo: “He aquí que los violadores y los machistas entraran antes que ustedes al reino de los cielos” – (F)