¿Quién decide lo que es correcto?

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Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. (Ef. 6:1-3)

Todos los sistemas filosóficos que se han inventado en los 3 últimos siglos no han sido suficientes para proveer de un fundamento para la moral individual y social. La verdad es que vamos de mal en peor. Se ha visto que aunque el humanismo que ha echado mano del Racionalismo, Marxismo, Darwinismo, Utopismo y otros “ismos” no ha logrado proveer una base para una sociedad moral, sino totalmente lo contrario, ha colaborado para construir el caos moral que hoy tenemos. Y es que en verdad no se puede “cosechar uvas de las zarzas”.

Por siglos se ha afirmado que los principios morales no son una invención humana sino divina. Los principios éticos por siglos han sido proclamados como Trascendentes (que trascienden a la experiencia humana), Universales (que rigen en todos los pueblos de la tierra); es por eso que hay principios éticos comunes en todos los rincones del planeta; y Absolutos (que no se pueden relativizar), es decir que no pueden ser correctos para unos e incorrectos para otros. Se puede ver con toda claridad que este caos moral se viene acentuando en todo el mundo a partir del momento en el que las naciones quitaron a Dios de sus constituciones y de sus sistemas judiciales.

En nuestro país seguimos aplicando los “ismos” como fundamento para la moralidad, es por esto que hoy el Multiculturalismo decide lo que es correcto o incorrecto. Multiculturalismo significa que las minorías que reclaman derechos, imponen lo que es correcto e incorrecto, lo que es moral y lo que es inmoral. Este enfoque rechaza la justicia tradicional basada en la ley de Dios, y reduce a la ley a un conjunto de políticas sociales que aparentemente funcionan de modo óptimo. Entonces en vez de tratar a los seres humanos como agentes morales con deberes y responsabilidades, se les trata a los seres humanos como objetos a ser moldeados y manipulados. Con esta perspectiva se aumenta el control del gobierno, mientras que gradualmente se quita la autoridad de los padres y se deja a los hijos sin disciplina.