Nuestro origen determina nuestro destino.

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Hay un nuevo refrán que dice: “Dime lo que crees y te diré como vives” Si creemos que somos el resultado de un accidente, toda nuestra vida reflejara aquello, de igual manera si creemos que somos criaturas hechas por un Dios de poder, justicia y amor; de acuerdo a eso viviremos. Si creo que soy el resultado de un accidente lo único que me importa es lo temporal y lo presente; pero si soy diseñado por un ser inteligente para un propósito, entonces viviré a la altura  de Sus expectativas.

En el pequeño libro de figuras para niños escrito por William Steig se describe lo siguiente: Dos figuras de madera se despiertan y se dan cuente de que están encima de un viejo periódico expuestos a los rayos del sol. La una figura está pintada de amarillo y la otra de rosado.

De pronto Amarillo se sienta y pregunta: ¿Sabes que estamos haciendo aquí? – No – contesta Rosado – Ni siquiera recuerdo que hayamos venido aquí.

Así comienza un debate entre las dos figuras en cuanto al origen de su existencia.

Rosado inspecciona sus rasgos bien formados y llega a la conclusión: -Alguien tiene que habernos hecho. Amarillo no está de acuerdo. – Yo digo que somos un accidente – y después de pensar por un momento dice. Una rama debe haberse caído de un árbol y luego se pegó contra una roca angulosa, partiéndose y formándose dos piernas. Luego el viento hizo que se deslizara hacia abajo por una colina hasta que se fue astillando y tomando forma. Luego un relámpago lo golpeó de tal manera que formó brazos y dedos. Luego vinieron unos pájaros carpinteros y formaron los ojos agujereando la madera. – Luego después de suficiente tiempo, un millón, o quizá dos millones y medio de años, pudieron suceder muchísimas cosas inusuales – dice Amarillo – ¿Porque no pudimos haber aparecido así?

Entonces las dos figuras siguen discutiendo hasta que la discusión se termina cuando aparece un hombre que sale de un cuarto cercano. Se dirige hacia las dos marionetas (figuras de madera), las levanta y observa la pintura y dice para si mismo. -Quedaron bien bonitas y ya están secas, y colocándolas bajo sus brazos entra a la casa.

¿Quién es este tipo? – susurra amarillo al oído de rosado.