¿Seres de instintos o seres morales?

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Pues la ley produce ira;…”  (Ro. 4:15)

Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes,… (1Tim. 1:8)

La desconfianza es el fruto de haber experimentado la mentira, el engaño, la estafa, etc. Dicho en otras palabras haber experimentado la falta de trasparencia de los demás. Sin embargo mientras la mayoría de la sociedad todavía es honesta y transparente debemos seguir confiando en los demás y tratándoles como confiables, por cuanto el bien siempre vence al mal. Esto no quiere decir que la policía y la justicia dejen de castigar al que hace lo malo. Pero cuando una sociedad a pesar de que la mayoría de sus habitantes son todavía confiables, empieza a tratarlos como a los que estafan, mienten, engañan; entonces esta camino hacia la frustración y la decadencia moral; y hacia el desperdicio de tanta energía por cuanto ésta (la sociedad) tiene que implantar órganos de control por doquier.

Aplicar sistemas de control para todos, aunque solo fueron unos pocos los que engañaron, o los que rompieron las normas; estamos afirmando que ya no somos criaturas morales, sino organismos de instintos que solo reaccionamos frente al control y la amenaza.  Es por esto que las personas temerosas de Dios y honestas llegan a la frustración por cuanto deben seguir todo el proceso implantado para los que han actuado mal, desperdiciando de esta manera sus vidas al tratar de demostrar que son confiables.

La Palabra de Dios dice que La ley es buena si uno la usa legítimamente, pero si no lo hace, produce ira. Si como ciudadanos ecuatorianos tenemos que pasar por una serie de filtros de control que todas las instituciones del estado tienen, antes de poder ser aprobados como confiables, para de esta manera ejercitar nuestro rol como ciudadanos; esto produce desilusión y frustración, ya que quita la motivación y la satisfacción de hacer la tarea con pasión. Por ejemplo un profesor debe ahora invertir lo mejor de su tiempo en informes con la finalidad de demostrar que está haciendo su tarea con responsabilidad; cuando debería  estar empleando esa energía con pasión para encarnar el amor por la investigación en sus estudiantes.