Hacia la estatura de Cristo

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“…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13)
Lucía Zárate es una mujer de origen mexicano que nació con una condición llamada enanismo primordial osteodisplásico. Esta es una enfermedad que impide el crecimiento físico total de la persona. Al nacer Lucía medía 17 centímetros, y cuando cesó de crecer su medida final fue de 50,8 centímetros de altura. Me pregunto cuántos de nosotros hemos dejado de crecer después de que “nacimos de nuevo” en el cristianismo o nos volvimos creyentes. Tal vez algunos dejamos de crecer a los 2 años, otros a los 10, otros a los 20 y otros a los 30. Sin importar cuando esto haya sido, eso nos deja enanos, una especie de enanismo primordial osteodisplásico espiritual, por así decirlo. Muchas iglesias están llenas de creyentes enanos que por alguna razón han dejado de crecer. Sin embargo, es bueno recordar este día que contrario al problema de Lucía Zárate, quien tenía un problema físico con el cual no podía hacer nada, muchos de nosotros tenemos un problema espiritual y actitudinal con el cual sí podemos, y de hecho, debemos hacer algo. El apóstol Pablo dice que la estatura a la cual debemos llegar es la estatura de la plenitud de Cristo. Obviamente Pablo no está hablando de estatura física, o sino, Goliat mismo hubiese sobrepasado a Cristo. La estatura de la cual habla Pablo es la estatura espiritual, la cual al compararnos con Jesús, todos somos enanos, y algunos de nosotros mucho más que otros. ¿Has dejado de crecer últimamente? ¿Cuánto mides espiritualmente hablando? La mejor manera de crecer es conociendo más a Jesús. Y no hay mejor manera de conocerlo que leyendo la Biblia, yendo a una iglesia, y orando. Si bien en esta vida nunca llegaremos a tener la estatura de Cristo, eso no quiere decir que estamos destinados a ser enanos. Todos podemos crecer un poquito más cada día, así que es hora de abrir la Biblia, congregarnos, y arrodíllate en oración ante Dios.