“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.21)
Sin importar nuestra edad, condición social, económica o política, todos tenemos una o más cosas que consideramos nuestros tesoros. Lo que Jesús quiere enseñarnos este día sin embargo, es que sin importar donde se encuentre ese tesoro, lo más profundo de nosotros es decir nuestro corazón, siempre estará allí junto a él. El tesoro que tanto amamos y nuestro corazón, son como dos amigos inseparables siempre están juntos. Por su puesto, la clase de tesoro varía con cada persona, este podría ser el dinero, un terreno, un enamorado, una casa, un carro, el trabajo, el fútbol etc. Sin embargo, sin importar cuál sea ese tesoro, Jesús dice, allí junto a él siempre estará tu corazón, y donde está tu corazón allí también estará tu lealtad. No hay nada de malo con los tesoros, de hecho muchos de ellos son dados por el mismo Dios. Lo malo está en dejar que ese tesoro nos cegué la visión espiritual y comencemos a ponerlo aun antes que a Dios. David Burt dice: “El afán materialista, actúa sobre nuestra alma como la catarata sobre la retina del ojo: causa una visión borrosa que oscurece la verdadera meta de nuestra vida. A causa de la mala visión que nos proporciona, nos distrae de los principales objetivos de nuestra existencia, y nos desvía del camino”. Lo que Jesús quiere enseñarnos este día es que él es el tesoro supremo. Pero si insistimos en poner lo demás antes que a él, en algún momento vamos a tener que elegir entre Jesús y lo demás, porque las dos partes exigen nuestra lealtad y nuestro corazón. Si elegimos bien, encontraremos que Jesús es un buen amo, ya sea que seamos pobres o ricos. Pero si elegimos mal, encontraremos que todos los otros tesoros, no son tan amigables ni fieles como pensábamos que eran. Así que, quieres saber dónde está tu corazón y tu lealtad este día…encuentra primero tu tesoro, y allí sentados junto a él, encontrarás también a tu corazón y a tu lealtad.
