Jesús y otros sabios

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[Jesús] el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hebreos 1.3)

Al más grande profeta del islam, Mahoma, se le dijo que tiene que pedir perdón por sus pecados (Sura 47:48). Sus matrimonios con sus aproximadamente 11 esposas tampoco hablan de la perfección de Mahoma y trae algunos problemas morales. El más grande profeta del hinduismo, Krishna, ha sido causa de vergüenza al saberse de sus “hazañas” con algunas doncellas las mismas que están escritas en el Bhagavad-Gita una de las escrituras más sagradas del hinduismo. El más grande profeta del Budismo Siddhartha Gautama, Buda, (el iluminado) creía y enseñó acerca de la reencarnación la cual implica, en sí misma, una serie de vidas imperfectas antes de alcanzar la perfección. Buda, también abandonó a su esposa y a su hijo para buscar una respuesta a la vida. En contraste tenemos a Jesús, quien de acuerdo a Heb 1:1-4 es el único hijo de Dios. Es perfecto, es el único heredero, es creador del universo, el resplandor de Dios, el que lo sustenta todo, el que nos purificó, el que está sentado a la diestra de Dios, y es mayor que los ángeles.
Cuando contrastamos a Jesús con cualquier otra persona en la historia no hay ni siquiera punto de comparación. Si bien hay mucho que aprender de aquellos hombres y mujeres sabios que anduvieron sobre la Tierra antes, durante, y después de Jesús, hay aún más que aprender de Cristo el hijo mismo de Dios con quien ninguno de esos hombres o mujeres puede jamás compararse.
“Toda verdad es verdad de Dios” por supuesto, y es por eso que esa verdad también se encuentra en la vida y en la obra de otras personas que han existido. Pero la verdad absoluta y completa para nuestra peregrinación aquí en la Tierra mientras vamos rumbo al cielo, está en las enseñanzas de Jesús encontradas en la Biblia. No desmayemos entonces en nuestro intento de leer la Biblia más que cualquier otro libro escrito, para encontrar significado y fuerzas en nuestro diario caminar.

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