“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella, (Ef. 5:25)
Jesús el Hijo de Dios es considerado el esposo de la iglesia por cuanto lo buscó y lo conquistó con su amor, amor que estuvo dispuesto a ir hasta la muerte.
Cuando un esposo ama a la esposa dándole el primer lugar en su vida, pronto verá cambios asombrosos en ella, y uno de los frutos que aparecerá es el respeto que ella siente y le da a él.
De igual forma Su ejemplo nos llama a los esposos a amar a nuestras esposas sacrificialmente, es decir sin esperar que ella haga cosas para que sea digna de nuestro amor, sin esperar que ella cambie primero para nosotros también cambiar. Solo esta clase de amor trae esperanza a los matrimonios.
El hombre fue diseñado por Dios para ser capaz de ofrecer esta clase de amor, amor que sabe sufrir, sabe creer, sabe esperar y sabe soportar, es por eso que en la formación de nuestros hijos varones no debemos olvidar el honrar la masculinidad creando en ellos la capacidad de aguantar el sufrimiento a través del trabajo responsable y de resistir la rutina.
Uno de los problemas que matan el amor sacrificial, que el esposo debe ofrecer es la doctrina inalterable de los “derechos del esposo” que es grandemente predicado en nuestra cultura moderna, como el derecho a descansar, el derecho a hacer deporte, el derecho a la diversión, el derecho a sus amigos, actividades que no son malas en sí, pero que al ejercer como un derecho no dan lugar al amor que sostiene un matrimonio.
Cuando un esposo ama a la esposa dándole el primer lugar en su vida, pronto verá cambios asombrosos en ella, y uno de los frutos que aparecerá es el respeto que ella siente y le da a él.
Se suele decir que para que haya problemas se necesitan de dos, pero sin embargo no se dice que para la solución se necesita únicamente de uno que sepa amar. Querido esposo si careces de amor, ¡Búscalo en Jesús!