Amando a Dios, y al prójimo

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“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10:27

Hay dos cosas muy importantes que notar en este versículo. Primero, amar a Dios y amar al prójimo, son parte de una misma idea. Es decir, cuando amamos a Dios, estamos amando al prójimo. Y/o cuando amamos al prójimo, estamos amando a Dios. Nadie puede decir entonces, que ama a Dios, pero al mismo tiempo odiar a su prójimo. Y/o nadie puede odiar a alguien, y decir que ama a Dios. Eso es absurdo, e hipocresía.

Segundo, este versículo nos llama “amar al prójimo como a nosotros mismos”. Eso quiere decir entonces que la razón por la cual debemos amarnos a nosotros mismos (y por lo tanto cuidar de nuestra salud, física, mental, emocional, psicológica y espiritual) NO es porque queremos satisfacer nuestro orgullo propio y vanidad, SINO para estar listos de ayudar al prójimo. Por lo tanto, si en la mañana me levanto y pienso: “voy a arreglarme, desayunar, lavarme los dientes, hacer ejercicio, etc. porque quiero estar bien”, eso es normal y correcto. Pero, Dios nos invita hoy a ir más allá. Dios nos invita a pensar: “Esta mañana voy a arreglarme, desayunar, lavarme los dientes, hacer ejercicio, etc. porque quiero estar listo, y en condiciones de ayudar mejor a mi prójimo”.

No dejes que tu amor propio sea como el del mundo, egoísta. El amor propio que Dios nos llama a tener, es para poder servir mejor a los demás.