“Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado. Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí”. (Salmo 38:3–4)
Fue el rey David quien escribió estas palabras, y con ellas hace saber que la disciplina que él recibió de parte de Dios por haber pecado fue muy severa. Pero ¿Por qué Dios tuvo que ser tan severo? porque a diferencia de nosotros, Dios sabe lo que realmente es el pecado, y a donde este nos puede llevar. Para nosotros, el pecado no es más grave que romper una norma social como eructar en público. Pero para Dios el pecado es mucho más que eso: es atentar directamente en contra de Su carácter mismo, en contra de Su naturaleza, porque el pecado va en contra de Su pureza y santidad. Para ponerlo en otras palabras, es una cosa no tener modales y eructar al frente del presidente de la república. Pero es otra cosa muy diferente, atentar en contra de la integridad del presidente de la república. Así es el pecado.
Cuando pecamos no solo estamos rompiendo una norma social, sino que estamos atentando directamente en contra la integridad de Dios, de Su naturaleza, de Su pureza y santidad. Por eso Dios castiga el pecado tan severamente. Pero hay más, el castigo por el pecado no solo es cuestión de justicia, sino también cuestión de amor. Castigamos a nuestros hijos por haberle robado un juguete al vecino (esto es justicia). Pero también lo castigamos, porque no queremos que en el futuro siga robando y termine en una cárcel (eso es amor). De la misma manera sucede con Dios. Dios castiga el pecado porque es lo justo, pero también porque nos ama. En última instancia, si seguimos pecando, Dios sabe que el pecado nos llevará al infierno. Y eso es algo que Dios no quiere. El rey David entendió esto muy bien, y por eso nunca le reclamó a Dios cuando fue disciplinado. Así que, no te enojes, reclames, frustres, amagues, o desanimes cuando el pecado en tu vida está siendo reprendido por Dios. ¿Por qué te enojas y reclamas? Dios esta simplemente siendo justo. Y, ¿Por qué te frustras, amargas, y desanimas? Dios está simplemente, alejándote del infierno.