“Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová”. Jonás 1:3
Todos hemos escuchado la historia del profeta Jonás. Como Dios le pide a Jonás que vaya a Nínive, pero Jonás desobedece y decide ir 4000 Km en dirección opuesta, hacia un lugar llamado Tarsis. Interesantemente, cegado por la rebeldía, desobediencia, y estupidez Jonás piensa que mientras más lejos viaje, más lejos estará de Dios. Por eso dice, “Me iré a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová”, como si eso fuera realmente posible.
Obviamente, Jonás sabía en teoría que Dios era omnipresente (que está en todos lados), por lo que huir de su presencia, era imposible. Pero su estupidez y rebeldía, hacen que en la vida práctica, Jonás pase este detalle por alto. La historia de Jonás es en verdad la historia de todos. Todos nosotros sabemos en teoría que Dios está con nosotros a donde quiera que vamos. Pero cuando nos cogen las ganas de pecar: de hacer, ver, decir, escuchar, o pensar algo que no está bien, rápidamente olvidamos que Dios también está allí, junto a nosotros. ¿Qué pasaría si es que la próxima vez que vamos a pecar, nosotros los cristianos, ponemos en práctica lo que ya sabemos en teoría? Que Dios está allí junto a nosotros. Lo que pasaría es que este mundo fuera mejor, y nuestra vida también. Muchas de las cosas malas que pasan en el mundo, no son causa del diablo, o del ateo. Sino por causa de creyentes que no practicamos lo que predicamos. Es hora de recordar y comenzar a vivir como si en verdad creyéramos, que no hay lugar en el mundo donde podamos ir a pecar, y Dios no esté allí junto a nosotros.