“La batalla se intensificó contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron con sus flechas. Al verse gravemente herido, Saúl le dijo a su escudero: «Saca la espada y mátame, no sea que lo hagan esos incircuncisos cuando lleguen, y se diviertan a costa mía.» Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella. (1 Samuel 31:3–4 NVI)
Parece que a Saúl nadie le enseñó a enfrentar el fracaso, y la derrota. Por lo tanto, la mejor salida que pudo encontrar a esa situación, fue quitarse la vida. Esto debería hacernos reflexionar seriamente en cuanto a la manera en que estamos educando a nuestros hijos. ¿Los estamos preparando para enfrentar el fracaso? o ¿Le hemos dejado también este trabajo a los centros educativos? Si lo hemos hecho, estamos en problemas, porque las instituciones educativas no hacen un buen trabajo en este punto. En nuestros sistemas educativos “democratizados” e “idealistas” lo que les dicen a nuestros hijos son cosas como: “ustedes pueden ser lo que se planteen”, “todos pueden ser presidentes de la república si es que se lo proponen”. Pero esta es una mentira irracional y descarada. En una clase de 40 estudiantes, el estudiante número 40 llegaría a ser presidente después de 160 años (si cada período presidencial es de 4 años) lo cual es imposible porque para entonces todos van a estar muertos. Pero esta es la clase de ideas tontas, e irreales que les meten en la cabeza a nuestros hijos. Lo que en verdad deberían estarles diciendo, es que realmente “no todos van a poder ser presidentes, aun si lo desean con todo su corazón”. De esta manera los estaríamos educando mejor para la vida. Y no estoy hablado de criar hijos fracasados, sino de criarlos bien para enfrentar el fracaso, y poder superarlo. Estoy hablando de enseñarles que la vida no es fácil, que se debe trabajar duro para alcanzar algo, y aun cuando se lo alcanza a veces todo se derrumba. Pero que eso no debería llevarlos al suicidio, o a pensar que ya no hay esperanza. Más bien, en eso (el fracaso) y en Dios deberían encontrar el ánimo y la razón para levantarse, y querer superarse. El fracaso nos llega a todos, todo el tiempo. ¿Está tu hijo preparado para enfrentarlo? edúcalo para que siempre escoja la vida y la superación, aun cuando las cosas se pongan difíciles.