“Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios”. 1 Timoteo 5:4
En este versículo Pablo nos da a conocer que el plan de Dios para poder ayudar, consolar, mostrar amor, fortalecer, y cuidar de las personas viudas, es responsabilidad de la familia más cercana. Pablo dice que son los hijos, y los nietos, los que deben cuidar y velar por ellas, no la iglesia, el Gobierno, un asilo, o alguna organización. Está bien por supuesto, que las organizaciones ayuden (en lo que puedan y cómo puedan), pero eso no quita mi responsabilidad frente a las personas viudas de mi familia.
Dios quien es capaz de establecer universos, abrir los mares, y crear estrellas, podría hacer llover maná del cielo, o hacer que un ángel le lleve pan a las personas viudas todos los días. Pero no lo ha hecho. Lo que ha hecho más bien, es elegirlo a usted y a mí, a los hijos, los nietos, o los familiares más cercanos para ser ese maná, o ese ángel que provea para el que a enviudado. Pero Pablo dice algo más. Que al hacer esto, estamos “recompensando a nuestros padres”. Es decir, cada uno de nosotros al ser criado por nuestros padres, ha adquiriendo una deuda. Una deuda que es pagada, o cancelada especialmente cuando ellos enviudan. La fe que decimos tener entonces, se muestra con hechos. En este caso, cuidando, consolando, animando, y proveyendo para nuestros familiares que han enviudado. Así que no nos quejemos del gobierno, o nuestra iglesia porque no nos ayudan en esta labor. Esta es nuestra responsabilidad. Bien dice el pastor John MacArthur “Si tú me dices, ¿por qué la iglesia no está ayudando a las viudas? Yo también tengo el derecho de preguntarte ¿y por qué tú, no estás ayudando? Y si tu respuesta es, ‘yo no puedo ayudar porque no tengo nada’ entonces ven, y la iglesia los va ayudar a los dos. Pero no vengas a exigir a la iglesia [o alguien más] lo que tú mismo no quieres hacer.”