“Y Juan [el bautista] estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre”. Mateo 3:4
Juan el bautista es uno de los personajes más interesantes del Nuevo Testamento. Un hombre con tres características indiscutibles: un carácter inquebrantable, una humildad sincera, y un sentido de autocontrol que pocos tenemos hoy en día. A Juan nunca le importó estar a la moda, o trató de encajar en los estándares sociales de las vestimentas tradicionales. El vestía “pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos”. Estas eran las mismas vestiduras que los profetas vistieron cientos de años antes de Juan. Pero a Juan no le importaba vestir así, aunque era anticuado. Ni tampoco le importaba lo que diga la gente. Esto demuestra su carácter inquebrantable. Lo que le importaba más era honrar a Dios aún con lo que vestía, y no, estar a la moda. Pero esto también nos demuestra que Juan tenía humildad. A Juan no le quedaba tiempo para pensar cómo estar a la moda, porque pasaba más tiempo pensando: “que es lo que Dios, quiere de mi”, y esta es la esencia de la humildad. Humildad no es pensar menos de ti, sino pensar menos en ti, porque estas más ocupado queriendo saber lo que Dios quiere de ti. Finalmente, Juan poseía también gran autocontrol, pues comía “langostas y miel silvestre”. Mientras los demás comían lo que era normal, o lo que era dañino, Juan se autocontrolaba en su comida. Nuestra sociedad hoy en día sufre de obesidad no tanto porque sea una enfermedad, sino por la falta de autocontrol. No somos capaces de parar. Juan ciertamente vivió hace 2000 años, pero su vida nos dejó tres lecciones que todavía son relevantes. Primero, Dios no se ajusta a la moda, la moda se ajusta a Dios. Segundo, humildad: tenemos que pensar menos en nosotros. Tercero, es hora de comenzar a fomentar el auto control en todas las áreas de nuestra vida.