“Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Asera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios…”. Éx. 34:13–14
En este versículo Dios nos enseña un principio que muchas iglesias han olvidado hoy en día. Que nuestra actitud interna de adoración se manifiesta en nuestra vida externa. En el caso de los israelitas, su amor ya sea por otros dioses o el Dios verdadero, se manifestaba externamente inclinándose hacia ellos.
Tristemente, hoy muchas congregaciones han olvidado este principio. Y por eso tenemos creyentes que van a las iglesias vestidos como les da la gana, llegan tarde, se duermen en las prédicas, están distraídos con sus celulares etc. Y excusan todas estas expresiones y comportamientos diciendo, “es que Dios está interesado en lo interior, no en lo exterior. Mi corazón es lo que cuenta, y allí sí estoy bien.” Pero piense conmigo, cuando vamos a una entrevista de trabajo NO vamos vestidos con andrajos, camisa sucia y sin zapatos. Y si nuestro futuro jefe nos pregunta por qué venimos así, no le decimos: “Mira amigo, eso no importa, lo único que importa es que mi corazón es sincero. Lo que importa es lo de adentro, las intenciones.” ¡Ese será un trabajo que nunca vamos a tener! Claro, esto nunca lo haríamos fuera de la iglesia, pero por alguna razón pensamos que sí podemos hacerlo dentro. Sin embargo, recuerde que los domingos en la iglesia Dios está interesado en TODO nuestro ser, tanto en las acciones, como en las motivaciones.Por eso debemos ir los domingos a la iglesia con un corazón sincero, pero también con una camisa bien planchada. La manera en que vestimos, damos la ofrenda, cantamos las canciones, escuchamos las prédicas etc. dice mucho de nuestra actitud interna hacia la adoración. Nos dice si estamos adorando con un poco de nuestro ser, o con todo nuestro ser.