“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios…” Romanos 5:1
En el año de 1867 Alfred Nobel consiguió oficialmente lo que hoy conocemos como, dinamita. Esto lo hizo millonario, pero también le creó cierto grado de culpa por la destrucción que su invento causaba. Como causa de esto, Alfred dejó su fortuna a una fundación creada en 1900 para otorgar premios a las personas que hubiesen contribuido al beneficio de la humanidad y la paz. Es así como nacieron los “Premios Nobel de la paz”. Todos deseamos y anhelamos paz en nuestras vidas. Solo una persona desquiciada (o el diablo) disfrutaría del conflicto perpetuo.
El versículo de hoy nos habla de una paz que viene solamente de Dios. Una paz que no podemos encontrar en la música, los paisajes, la aventura, la diversión, o dando rienda suelta a nuestra lujuria y pecado. La paz de la cual nos habla este versículo viene tan solo como resultado de haber sido perdonados de todos nuestros pecados al poner nuestra fe en Cristo. Hasta que esto no pase, nuestro corazón va a seguir buscando inconscientemente paz en todo lugar, pero sin éxito. Tan agradable y pacífico como pueda ser escuchar una canción, ver un paisaje, o dibujar esto no nos trae verdadera paz. Tan “agradables” y “pacíficos” como puedan ser los efectos momentáneos de las drogas y el alcohol, esto no trae paz. El alma solamente encontrará paz cuando nuestros pecados sean perdonados. ¿Tienes esta clase de paz? O ¿Te has conformado con las migajas de paz que la música, un paisaje, la droga, o el alcohol te pueden dan? No esperes más. Arrepiéntete de tus pecados y empieza disfrutar de la verdadera paz.