“La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.” Sal 37:31
“Si tan solo…” es lo que decimos después de hacer algo malo. Por ejemplo, decimos: “Si tan solo no hubiese dicho eso”. “Si tan solo no me hubiese enfado.” “Si tan solo no hubiese ido a ese lugar.” “Si tan solo hubiese esperado un poco más” etc. Un joven rico llamado Mike estaba a punto graduarse. Estas eran buenas noticias, porque en el barrio donde él vivía se acostumbraba a regalar un carro nuevo al graduado. Mike y su padre habían buscado el auto perfecto por meses, y lo habían encontrado. Pero el día de su graduación Mike recibió como regalo de su padre, no un carro sino una Biblia. Al ver esto, Mike perdió el control, tiro la Biblia al suelo, rompió algunos objetos, insulto a los presentes y se fue. Eso fue lo último que supo de él. Años después, Mike regresó para atender al funeral de su padre. Acabado el funeral, como parte de su herencia Mike recibió la Biblia que años atrás había despreciado. Al abrirla, Mike encontró un viejo cheque con la fecha de su graduación y con el monto exacto de dinero que costaba el auto que un día había querido. Por supuesto, lo único que Mike pudo decir fue: “Sin tan solo…”.
El versículo de hoy nos enseña que hay una manera de evitar actuar estúpida, egoísta, maliciosa, tonta, y pecaminosamente. ¿Cómo? Conociendo mejor la palabra de Dios. Mientras más la conozcamos, más dolores de cabeza nos evitaremos. Menos diremos, “Si tan solo…” No te conformes con leer un pequeño devocional como este. ENSÉÑATE Y DISCIPLÍNATE a ti mismo a leer más y más la palabra de Dios. Mientras más la leas, menos resbalarás. Menos dirás, “Si tan solo…”