“Goza de la vida con la mujer que amas.” Eclesiastés 9:9
Generalmente las crisis en el matrimonio cristiano no son crisis de matrimonio, sino de fe. Es decir, es verdad que tenemos problemas en el matrimonio, pero estos problemas surgen solamente porque no queremos vivir la fe que profesamos. Por ejemplo, un hombre cristiano al casarse promete serle fiel a su esposa por el resto de su vida. Después de algunos años sin embargo, la deja por alguien más. ¿Por qué?, porque no quiso creerle, ni obedecerle a Dios. Dios le dice que puede ser feliz con ella, pero este hombre decide no creer. Dios le manda a permanecer con ella hasta que la muerte los separe, pero este hombre decide no obedecer. Los problemas de este hombre entonces no tienen que ver con el matrimonio mismo, sino con su fe. Con no creer y obedecer al Dios que profesa tener.
Hoy más que nunca es hora de que muchos de nosotros (hombres y mujeres) cristianos comencemos a vivir nuestra fe no solo los domingos, sino también de lunes a viernes con nuestros cónyuges. Creyéndole a Dios cuando nos dice que podemos vivir felizmente casados. Y obedeciéndole cuando nos manda a estar juntos hasta el final. Un pagano (ateo) puede vivir como le dé la gana, pues no tiene Dios. Él es su Dios y dicta las reglas de su vida. Un creyente por otro lado, es otra cosa. Tiene un Dios a quien dar cuentas, y obedecer. Y este Dios le ha dado reglas y directrices claras de cómo llevarse en su matrimonio. ¿Estás teniendo crisis en tu matrimonio? Mira bien, no es una crisis matrimonial. Es una crisis de fe. Así que antes de que quieras arreglar las cosas con tu esposa, es hora de arreglar las cosas con tu Dios.