“… sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; … El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas…” (2 Pedro 3: 3-10)
Somos criaturas que vemos las cosas únicamente a la luz del tiempo en el que vivimos. De la misma forma fue en el tiempo de Noé, cuando éste comenzó a construir el Arca nadie pensaba que la tierra podría ser destruida por el agua, los burladores se multiplicaron a su alrededor. De la misma manera desde que Jesús prometió volver para establecer Su reino, no han cesado de haber burladores que para justificar su vida pecaminosa dicen que todo seguirá igual. Sin embargo, en el texto bíblico de hoy hay una amonestación a no ignorar los acontecimientos cataclísmicos de la historia, el primero de los cuales es que los cielos y la tierra fueron hechos por la palabra de Dios, pero que sin embargo por la proliferación sin límites de la maldad la tierra pereció anegada en agua en el gran diluvio. De la misma forma el texto nos dice que El Señor no retarda su promesa de su segunda venida, en “el cual los cielos pasaran con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos…”. Cataclismo que se avecina como cuando esta por caer una tormenta.