Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. (1Tes. 5:22-24)
Somos seres eternos, nos guste o no. Dios nos creó para la eternidad, aunque la mayoría de la humanidad vive creyendo que solo tiene estos 70 o 90 años temporales. Si Dios nos hubiese creado solo para esta temporalidad, no se hubiera tomado la molestia de realizar el acto de rescate enviando a Su Hijo al mundo, aunque esto Le ocasionó un costo increíble para El, tal como lo expresa San Juan: “Porque de tal manera amo Dios al mundo que dio a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El crea no se pierda, más tenga vida eterna” (Jn. 3:16). Claro está que los que se dejan rescatar por El tendrán vida eterna con El, más los que le rechazan tendrán la condenación eterna en el lago de fuego (Ap. 20:15).
Es un auto engaño caminar por esta vida creyendo que somos temporales, y esto lo hacemos, por cuanto no queremos enfrentarnos con un Dios Santo, que un día nos llamará a juicio, del que nadie escaparemos; pero que sin embargo nos ha dado éste tiempo, en éste cuerpo para que alcancemos la vida eterna. Y ésta, no lo alcanzamos por nuestros propios esfuerzos, sino a través de aceptar el rescate que Él nos ofreció en Su Hijo Jesucristo. Por lo tanto, como San pablo lo expresa en su carta a los creyentes de Tesalónica que se abstengan de toda clase de mal para que El mismo Dios les guarde todo vuestro ser, esto es: espíritu, alma y cuerpo. Entonces quienes viven solo para estos 70 o 90 años, un día se verán enfrentados al Dios eterno, quien les mostrará lo que despreciaron mientras estaban en este mundo.