… y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1Tes. 5:23)
Lastimosamente por más de 150 años hemos recibido como verdadera la información de que no somos más que animales superiores, porque podemos pensar y razonar; y que por lo tanto no tenemos ni alma ni espíritu. Con esta visión de nuestra antropología hemos venido reaccionando a todos los eventos históricos, y es debido a esta realidad que durante esta pandemia lo único que importa al ser humano corriente es cuidar su cuerpo, ya que la creencia generalizada es que solo tenemos esta vida de 80 años y los más fuertes de 90. Con esta mirada es que hemos puesto en alto el aislamiento; a pesar de que nuestros ancianos sufren y mueren más rápido de depresión y soledad. En este tiempo se ha convertido en el número 1 nuestra vida física, ya no estamos considerando los sentimientos de las personas, ni su realidad espiritual. Por ejemplo los infectados están siendo considerados como indeseables ya que pueden afectar a mi numero 1(mi cuerpo), y peor aún nuestros muertos que están siendo desaparecidos sin ninguna memoria.
Todos hemos escuchado la realidad científica que más del 85% de las enfermedades comienzan en los problemas emocionales, y no nos damos cuenta de que en la forma en la que estamos enfrentando esta pandemia, estamos colaborando a que las personas sufran de temor y pánico; de tal manera que sus defensas bajan grandemente y el virus a sus anchas ataca con efectividad. Con esta visión que hay que salvar nuestra vida física a como dé lugar, nos hemos vuelto tan egoístas que solo pensamos en nosotros mismos todo el tiempo.
Sin embargo lo liberador de este egocentrismo es creer en la verdad de que Dios nos hizo a su imagen como seres con eternidad compuestos de espíritu, alma y cuerpo, de tal forma que cuando nuestro espíritu busca la correcta relación con Dios, nada nos puede dañar. _ (F)