“Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos…” Lucas 9.59–60
Arreglar un funeral en los tiempos de Jesús (al igual que ahora) podía tomar algunos días. A más de eso, en aquellos días se tenía la costumbre de sacar los huesos del difunto de la tumba, colocarlos en una caja, y luego volverlos a depositar en la pared de la misma tumba. Todo este proceso duraba aprox. dos años. Jesús entonces no estaba siendo insensible o insensato al decirle a este hombre que “deje que los muertos entierren a sus muertos.” Pero este hombre tristemente, era una persona que todavía no apreciaba verdaderamente lo que era seguir a Cristo. Para este hombre lo primero no era Dios, sino sus intereses personales, culturales, familiares, y sociales. ¿Eres tú una persona así? ¿Hay algo que se está interponiendo entre la voz de Dios y tu obediencia? ¿Eres tú una persona que dice? “sí Señor, quiero seguirte pero déjame primero que haga esto o el otro,” “sí Señor, sé que me estas mandando a hacer esto, pero espérate un poquito más.” No importa lo que se esté interponiendo entre la voz de Dios y tu obediencia, no esperes más. Hazlo ya, y verás que nunca te arrepentirás de haberlo seguido, u obedecido.