“Hermanos, deben darse cuenta de que Dios los ha llamado a pesar de que pocos de ustedes son sabios según los criterios humanos, y pocos de ustedes son gente con autoridad o pertenecientes a familias importantes. Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios.” 1 de Corintios 1:26-29
Al ver la vida de algunos de los discípulos de Jesús, podemos ver que no eran hombres de alta sociedad, ni estudiados en grandes escuelas. Al contrario eran pescadores, recaudadores de impuestos y quizá a los ojos de los hombres eran simples y comunes. Pero Jesús vio en ellos el potencial necesario para que sean sus seguidores y para que lleven a cabo la misión que tenía preparados para ellos. Su humildad y sencillez les llevó a tener un corazón enseñable listo para aprender de su maestro, depender de Él y seguirle de corazón. Su intelecto, sabiduría y conocimiento adquirido, no se interpusieron en el plan que Dios tenia para ellos y cada uno de ellos llegaron a ser hombres que impactaron su entorno y a las futuras generaciones. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de llegar a ser personas poderosas que tomemos decisiones sabias e impactemos la sociedad en la que vivimos. Jesús necesita hombres y mujeres dispuestas a ser vulnerables, que no se jacten de su propio conocimiento, sino que de lo contrario sean humildes para seguir a Jesús.