“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!” Apocalipsis 3.15
Aquí Jesús le dice a la iglesia de Laodicea que al ver sus obras se ha dado cuenta de que ellos no son ni fríos ni calientes. Es decir que al ver sus obras: al ver cómo viven y cómo se comportan Jesús había llegado a la conclusión de que estas personas no actuaban ni como creyentes, ni como no-creyentes. En ellas no había la clase de obras que produciría un cristiano cuyo corazón está ardiente debido a la relación íntima que tiene con Dios. Pero por otro lado, tampoco había la clase de obras que produciría el corazón de un no-cristiano quien no sabe nada de Dios. Lo que había era más bien un corazón tibio, un corazón que no era ni lo uno ni lo otro. Por la historia sabemos que cuando los primeros hermanos de la iglesia de Laodicea creyeron en el Señor sus corazones ardían con amor por él, y eso se reflejaba en sus obras. Pero ahora, una nueva generación se había levantado. Una generación cuyo corazón ya no ardía con ese mismo fuego y pasión. Pero que tampoco tenía un corazón completamente apagado. Esta generación era tibia. Una especie de híbrido, una mezcla extraña que daba como resultado una clase de cristiano que no estaba ni a la derecha, ni a la izquierda. Que no era “ni chicha ni limonada”. A este tipo de cristianos Jesús le dice, “¡Ojalá fueses frío o caliente!” ¿Por qué? Porque Jesús prefiere trabajar: O con personas que hiervan internamente por las cosas de Dios. O con personas que son frías espiritualmente y que en algún momento lo llegarán a conocer. Pero con cristianos híbridos o tibios, Jesús no tiene nada que ver. ¿Qué clase de cristiano eres tú? Si tus obras reflejan una pasión y una fe viva por el Señor, eres caliente. Si tus obras no reflejan interés por el Señor, eres frío. Pero si tus obras no reflejan ni lo uno ni lo otro, entonces eres un cristiano tibio. No eres ni chicha ni limonada. Esta última categoría es la peor. De ser así, arrepiéntete y pídele al Señor que renueve y reavive en tu corazón una nueva pasión por las cosas de Dios.