“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”. Mateo 1.18
En los últimos años, aun dentro de la comunidad cristiana, se ha perdido la idea de lo que es realmente un milagro. Y al hacer esto, hemos contribuido a que la gente deje de creer en Dios, y también en los milagros. ¿Cómo lo hemos hecho? Comenzando a llamar milagro a todo evento extraordinario. Por ejemplo, entre nosotros los cristianos se escuchan cosas como “el nacimiento de un bebé es un milagro”, “el que esa persona se haya sanado es un milagro” etc. pero esto no es así. Un bebé nace naturalmente de acuerdo a lo que las leyes de la naturaleza dictan. Un enfermo se sana porque toma medicina y/o porque los anticuerpos dentro de la personas se activan y ayudan con tal enfermedad. Estrictamente hablando entonces, ninguno de estos dos eventos es un milagro. Pero nosotros así los llamamos, y cuando lo hacemos, correctamente los ateos nos acusan de ser ignorantes y de querer demostrar que Dios existe por medio de cosas que tienen una explicación natural. Navidad sin embargo, es una excelente época para recordarnos a todos nosotros (cristianos y no cristianos) que un milagro no es todo evento extraordinario en la vida, sino todo evento extraordinario que no hubiera ocurrido, si Dios no hubiese intervenido. El nacimiento de Jesús es el ejemplo perfecto. Antes de que María haya relaciones sexuales, se encontró que ella estaba embarazada. ¿Cómo puede ser esto posible? No lo es, si es que queremos explicarlo de manera natural. Para que algo así suceda, se necesita un agente externo (Dios) que intervenga y haga posible algo que de manera natural nunca sucedería. Navidad nos recuerda que no debemos llamar milagro a todo evento extraordinario que puede ser explicado de manera natural. Hacer esto es contribuir con el ateísmo. Porque un milagro no es solo algo extraordinario, sino algo extraordinario que no hubiese pasado, si Dios no hubiese intervenido. La navidad entonces no solo es recordar que Dios nos dio un regalo (Jesús), sino también que los milagros son posibles.