“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe…” Colosenses 2:6,7
El Cedro del Líbano es un árbol muy hermoso, gigantesco y único. Entre sus características más increíbles están sus raíces, éstas contienen en sus puntas una substancia que les ayuda a actuar como un taladro y de esta manera penetrar terrenos rocosos. Por cada metro que el árbol crezca sobre la tierra, sus raíces crecen 3 metros bajo ella, es por esto que los primero años al ver las pequeñas plantas de cedro es difícil pensar que sus raíces son tres veces más largas que su tamaño. El Cedro tiene una estabilidad increíble y es por esto que cuando alcanza su tamaño de aproximadamente 15 metros, es muy difícil que los vientos o tormentas lo derriben, su fundamento está completamente arraigado en las rocas metros bajo la superficie. Nuestras vidas deberían ser como el Cedro del Líbano, con raíces profundas y arraigadas en el único verdadero fundamento y piedra angular que es Jesucristo. Y así como le toma años al cedro en echar raíces y propiamente afirmarse, así mismo será para nosotros. Muchas veces nos desesperamos y queremos estar listos para enfrentar las tormentas de la vida y no dedicamos tiempo para fortalecer nuestro fundamento. Es por esto que es muy necesario tener tiempos para leer la palabra de Dios y nutrirnos de la vida que contiene la Biblia. Congregarse en una iglesia donde se enseñen verdades Bíblicas, asistir a grupos de estudios Bíblicos donde se pueda aprender y hacer preguntas. Y sobre todo desarrollar una intimidad con el Padre Celestial, con tiempos de quietud en oración y confianza como lo hace un padre con su hijo.