“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara” Génesis 2:15
Trabajar es un hecho necesario e inevitable de la vida. Cuando éramos niños nos parecía muy divertido jugar a ser bomberos, policías, cantantes, amas de casa, trabajador de un banco, o de una oficina. Pero cuando crecimos, y tuvimos que trabajar todos los días para poder vivir, ya no nos pareció tan divertido. Sin embargo, como vemos en el versículo de hoy Dios nos creó específicamente con este propósito, para trabajar. La Biblia NO dice que Dios creó el huerto del Edén y puso un par de hamacas, sillas mecedoras, o colchones para que Adán duerma todo el tiempo y así disfrute, no. Dios puso a Adán en el huerto para que trabaje, para que lo labrara y lo cuidara. Y lo interesante de todo esto, es que era en trabajar, que Adán encontraba regocijo y alegría. Y no tanto el estar sentado en su silla mecedora. Claro, las cosas cambiaron después de que Adán y Eva pecaron, porque Dios mismo les dijo que ahora el trabajo iba a ser algo más duro. Sin embargo, nosotros como creyentes hemos sido redimidos, y esto significa entre otras cosas, que tenemos que aprender a vivir como Dios nos creó para vivir. Por ejemplo, Dios no nos creó vivir cometiendo adulterio, por lo tanto ahora debemos ser fieles a nuestros conyugues. De las misma manera, Dios no nos creó para ser vagos y holgazanes, sino para trabajar y encontrar regocijo en el trabajo. Claro, algunos dirán, “pero mi trabajo es tan pesado y aburrido”. Sin embargo, esta manera de pensar no es la del creyente redimido. Un creyente redimido piensa, “Dios me creó para trabajar, por lo tanto mi trabajo es una bendición. Una bendición para mí, porque por medio de él me sustento a mí mismo, y una bendición para los demás, porque por medio de él cubro la necesidad que alguien más tiene. Así que esta semana en tu trabajo ya no actúes como si no fueras redimido. Quejándote y siendo mal agradecido por lo que haces todos los días en el trabajo. Esta semana más bien, empieza a ver el trabajo como lo que es: uno de los propósitos de Dios para tu vida, y una bendición para ti, y para los demás.