“Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello”. 1 Pedro 4:16
Horatio Spafford era un cristiano padre de 1 niño, cuatro hermosas niñas, esposo fiel, amigo sincero, y buen trabajador. Su vida por así decirlo, era perfecta. Pero todo esto, estaba a punto de cambiar. Primero, su único hijo varón contrajo la fiebre escarlatina, y murió. Luego, un incendio acabó con todas sus pertenecías. Y finalmente, sus hijas Ana de 11 años, Maggie de 9, Bessie de 7 y Tanetta de 2, murieron cuando el barco donde viajaban se accidentó. ¿Qué hubiésemos hecho nosotros en tal situación? Algunos de nosotros talvez le reclamaríamos a Dios. Otros dejaríamos de creer en él. Otros talvez nos volveríamos locos. Pero no así Horatio Spafford. Él por su parte decidió ponerlo todo en las manos de Dios, teniendo fe en él. Cuando fue a ver a su esposa, una de las pocas sobrevivientes del barco que había acabado con la vidas de sus hijas, al pasar por el lugar donde sus hijas habían muerto Horatio escribió un hermoso himno cuyo coro dice, “Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!”. ¿Cómo es posible que alguien escriba algo así en un momento así? esto es posible cuando nuestra fe en mayor a nuestros miedos y desesperación. Horatio no sabía ni entendía por qué todas estas cosas estaban pasando. Pero sabía y entendía muy bien en quien había puesto su fe. Esto es precisamente lo que nos recuerda el versículo de hoy. Que cuando las calamidades vengan, nuestra fe debe crecer, y al hacer eso estaremos glorificando a Dios por medio de lo que nos pasa. Entonces, ¿qué sufrimiento estas sobrellevando ahora que no puedes sobrellevar? Ven a Cristo, y déjalo todo a sus pies. ¿Por qué seguir cargando con algo que está arruinando tu vida? Solo Dios puede entender y sobrellevar todo lo que pasa. Es hora de dejar de actuar como si fuéramos Dios. Glorifica entonces a Dios con tu dolor, ten fe en él.