“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” 1 Pedro 1.18–19
“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Apo 4.11
¿Cuánto vales tú? Picasso, Van Gogh, y Monet crearon algunas de las obras más emblemáticas en el campo de la pintura. Y aunque no las entendamos todas, sin duda, todas son impresionantes y por eso son muy caras. “Las mujeres de Argel” por ejemplo, una creación de Picasso, cuestan alrededor de $179 millones. Las obras de Monet y Van Gogh también bordean esos mismos precios. Pero ¿Cuánto vales tú? Dependiendo de nuestra estatura, color de piel, situación económica, situación social etc., la sociedad nos va a decir que valemos mucho, poco, o nada. Pero desde el cielo las cosas se ven diferentes. Dios no creó y nos diseñó. Y él es sin duda, un mejor creador y artista que Picasso, Van Gogh, y Monet juntos. ¿Cuánto podría valer entonces la obra de un artista como Dios? La verdad, es que no hay cantidad de dinero en este mundo que sea suficiente para poner precio a las creaciones de Dios. Esto significa, que somos más valiosos de lo que creemos. El precio que Dios pagó por nosotros (como dice el versículo de hoy) no fue ni oro ni plata, fue la sangre de un ser que estaba fuera de este mundo. La sangre de su propio hijo, Jesucristo. Si hoy al verte al espejo entonces, o al escuchar lo que tus “amigos”, o el mundo dice de ti, crees que no vales mucho, has creído una gran mentira. Es hora de vivir en la verdad. Sin importar lo que la sociedad, las revistas, o incluso tú mismo te digas de ti mismo, eres mucho más valioso de lo que puedes imaginar. Porque eres la obra de un gran artista, y porque vales el precio de la sangre del mismo hijo de Dios. No dejes que la sociedad te ponga un precio, el precio ya lo tienes, vales la sangre de Jesucristo.