Una nueva oportunidad

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Hay un pequeño poema así: “Un pequeño niño vino a mi escritorio, me miró, y con sus labios temblorosos me dijo, ‘He dañado esta hoja, profesor’. Luego extendió su pequeña mano, y me dio una hoja toda sucia y arruinada. ‘¿Tiene acaso una nueva hoja para mí, querido profesor?’ me preguntó. Entonces tomé su hoja sucia y llena de manchas, puse una hoja nueva en su pequeña mano, y luego mirándolo a los ojos exclamé dentro de su cansado y nervioso corazón, ‘Ahora anda, y hazlo mejor’. Fui entonces esa noche ante el trono de Dios, con mi tembloroso y cansado corazón en oración. ‘¿Tienes un nuevo día para mí, querido Señor?’ Le pregunte. ‘He arruinado este día al igual que otros, ya lo vez’. Entonces Dios, tomó mi día lleno de mancha y suciedad y me dio uno limpio y nuevo. Y luego, tiernamente exclamó dentro de mi cansado y nervioso corazón. ‘Ahora hijo anda, y hazlo mejor.’” Muchas veces somos muy duros con nosotros mismos, fallamos y nos cuesta “perdonarnos”. Pero ¿Por qué no hacerlo? ¿Por qué seguirnos culpando por algo que ni siquiera Dios nos culpa? Si le hemos confesado a Dios nuestro pecado, ese pecado entonces esta perdonado. Ningún cristiano debe seguirse revolcando en la auto lástima, viviendo en la fallas o errores pasados, eso nos hace mediocres. Dios ya nos ha perdonado, y a más de eso nos ha dado un nuevo día para poder cambiar y mostrar que podemos ser diferentes. Así que ve, “y hazlo mejor.” Pero hay algo más, ¿te ha fallado alguien? ¿Te ha decepcionado alguien? Perdónalo, y dale (al igual que Dios te ha dado a ti) una nueva oportunidad para que pueda hacerlo mejor. No dejes de mostrar a otros, lo que Dios también te ha mostrado a ti.