“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Is.40:31)
De ninguna manera caminar representa una gran emoción, especialmente cuando tenemos que caminar por horas, pero es en estas circunstancias cuando se prueba el carácter firme y constante de una persona. «Caminar y no fatigarse» es la prueba suprema de mi grado de fortaleza. El verbo andar o caminar se emplea en la Biblia para expresar el carácter de una persona. Es por esto que Juan al mirar que Jesús andaba por allí dijo: «¡Este es el Cordero de Dios!» (Juan 1:36). En la Biblia no hay nada abstracto, todo es vivo y real. Dios no dice: «Sé espiritual», sino: «Anda delante de mí», Génesis 17:1. Cuando nuestro estado físico o emocional no es saludable, siempre queremos sensaciones. En nuestra vida física esto conduce a la falsificación de la obra del Espíritu Santo; en la emotiva, nos lleva a pasiones desordenadas y a la destrucción de la moralidad. En el ámbito espiritual si nos empeñamos en conseguir emociones, en tener alas y remontarnos sobre las alturas, terminaremos destruyendo nuestra espiritualidad. En realidad, disfrutar de la presencia de Dios no depende de estar en ningún lugar o circunstancia, sino de nuestra decisión de mantener al Señor siempre delante de nosotros. Los problemas surgen cuando rehusamos poner nuestra confianza en la realidad de su presencia. La experiencia de la cual habla el autor del Salmo 46:2, «No temeremos, aunque…», también será nuestra una vez que nos basemos en la realidad; no en la conciencia de la presencia de Dios, sino en la realidad de ella. Entonces exclamaremos: «¡Él ha estado aquí todo el tiempo!» En los momentos críticos de nuestra vida es necesario pedirle a Dios su dirección, pero es innecesario decirle todo el tiempo: «Oh Señor, dirígeme en esto y aquello». ¡Por supuesto que Él lo hará y, de hecho, ya lo está haciendo! Si nuestras decisiones diarias no están de acuerdo con su voluntad, Él actuará y refrenará nuestro espíritu. Por esa razón debemos estar quietos y esperar la dirección de su presencia. (Parafraseado del libro: En pos de lo supremo)