En la Biblia la palabra “juicio” se refiere principalmente a un examen o tribunal ante un juez. Después de la conclusión de toda vida humana viene un juicio que determinará el destino de cada uno. Es por esto que juicio significa examinación. En la mayoría de círculos evangélicos hoy en día la palabra “juicio” ha llegado a significar “castigo” en lugar de “examinación”. Y es por esto que la Biblia aclara que cuando se trata de juicio, éste se refiere al examen que realiza el juez, como se ve en Deut. 25:1. “Si hubiera pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al justo, y condenarán al culpable”. Por el otro lado cuando la palabra “juicio” se refiere a castigo, por lo general se incluye la palabra “ejecutar”, entendiéndose que el juez previamente ha hecho un examen y luego una decisión para terminar con la ejecución.
En la Biblia se demuestra con toda claridad que después de la conclusión de cada vida humana hay un juicio. Este juicio no es una autoevaluación, ni es la decisión de otros seres humanos, sino más bien es el examen que Dios tiene del registro de la vida de cada persona, como lo dice Hebreos 9:27 “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”, y también 2 Corintios 5:9,10 que dice: “Por tanto procuramos también, o ausentes [muertos] o presentes [vivos], serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” Por lo tanto contrario a la opinión popular, éste juicio incluye más que asignar recompensas por las buenas obras, incluye la posibilidad de que Dios diga: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” Mat. 25:34, 41.
Entonces al examinar la realidad humana de que todos somos seres morales con una conciencia interior vemos que nadie podremos escapar a ese día en el que tenemos que presentarnos ante nuestro Creador para recibir su veredicto final sobre nuestra vida.