“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. (1 Corintios 2.14)
¿Por quién estás “loco” tu? Una de mis oraciones favoritas dice, “Señor, Santo y sublime, manso y humilde, déjame aprender estas paradojas, que humillarse es exaltarse, que el corazón quebrantado es el corazón sanado, que el espíritu contrito es el espíritu gozoso, que el alma arrepentida es el alma victoriosa, que no tener nada es tenerlo todo, que cargar la cruz es llevar la corona, que dar es recibir. Déjame encontrar tu luz en mi oscuridad, tu vida en mi muerte, tu gozo en mi tristeza, tu gracia en mi pecado, tus riquezas en mi pobreza”. ¿Qué es una locura? Para nosotros los creyentes locura es todo lo que encontramos en el mundo, la destrucción, lujuria, movimientos obstinados a favor del aborto, homosexualismo, etc. Sin embargo, las cosas cambian cuando le preguntamos al no creyente. Para el que no tiene fe en Cristo, una locura es todo lo que viene del Espíritu de Dios. Por lo tanto, cuando escucha que “humillarse es exaltarse, que el corazón quebrantado es el corazón sanado, que el espíritu contrito es el espíritu gozoso, que el alma arrepentida es el alma victoriosa, que no tener nada es tenerlo todo etc. todo esto es locura para él. Esto por su puesto no es de extrañar entre los no creyentes, sin embargo lo triste de todo esto, es que hay muchos creyentes que han empezado a creer igual. De una manera extraña, ahora pareciera que la locura del mundo y la nuestra, son las mismas. No te engañes, las cosas del mundo jamás serán las cosas de Dios. Amor por las cosas del mundo, jamás será amor por Dios. ¿Por quién estás “loco” tu? Por el mundo, o por Dios.