“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado…” Mateo 28.19–20 (LBLA)
¿Ayudando o discipulando? El énfasis de la gran comisión como leemos en estos versículos no está en ir a predicar por las calles o por el mundo, sino en hacer discípulos. Y noten que el llamado es a hacer discípulos, no solamente convertidos. Y es que hay una gran diferencia entre estos dos tipos de personas. Si ayudamos a alguien a conocer al Señor Jesús, no tenemos un discípulo, sino un convertido. El hacer discípulos es ayudar al convertido a seguir creciendo día a día a la imagen de Cristo y sometido a su Señorío. Es por esto que la evangelización sin un seguimiento, o sin un discipulado, es irresponsabilidad espiritual y por supuesto no es cumplir con la gran comisión. Cualquier persona u organización misionera que envíe doctores, profesores, ayuda económica etc., pero que no discipule, no está cumpliendo con la gran comisión. Están siendo amables, caritativos, misericordiosos etc., pero no cumplen con la gran comisión. No es que está mal hacer todas estas cosas, de hecho están bien, pero no podemos justificar nuestra responsabilidad de hacer discípulos, con tan solo dar dinero o ayudar a evangelizar (sin seguimiento) en el parque una vez por año. El discipulado tanto como el ser misericordiosos es responsabilidad de cada creyente. No es la una o la otra, son las dos. El problema es que a veces confundimos y justificamos nuestro descuido de cumplir con la gran comisión, con la ayuda que damos a los demás o lo misericordiosos que somos con los demás. No es tampoco que las dos estén desconectadas la una con la otra, las dos van de la mano, pero nunca deben mezclarse de tal manera que lleguemos a descuidar la ayuda al prójimo, o el discipulado. ¿Ayudando o discipulando? Nuestra responsabilidad es hacer las dos. Sin embargo, hay que ser sabio para saber cuándo, dónde y cómo aplicar la una o las dos, y también para nunca mezclar y confundir las dos de tal manera que justifiquemos la una por la otra