“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20.29)
Examina bien lo que escuchas y lo que lees, y también a quien escuchas, y a quien lees. John MacArthur escribió algunos años atrás “algunos predicadores…te dicen que lo único que quiere Jesús es que estés bien, y si no lo estas, es porque no has reclamado el ticket ganador de la lotería espiritual. Si no eres rico, es porque no has declarado esa promesa. Jesús te quiere libre de deudas, y para ser libre, tienes que enviar dinero a estos predicadores para que a través de ese acto de fe, seas libre del demonio de la deuda. [Estos predicadores te hacen creer también que] tu salvación en Cristo es garantía de salud, dinero, prosperidad, y felicidad.” Cuidado con los lobos rapaces. La verdad del asunto es que salud, dinero, prosperidad, y felicidad no es una promesa para este mundo, sino para el otro. Eso no quiere decir que si ahora disfrutamos de todo esto, eso no viene de Dios, no. Si ahora tú disfrutas de todas estas cosas juntas, ¡qué bien! Pero la mayoría de creyentes alrededor del mundo no vive en tus mismas condiciones. Sin embargo, la promesa de Dios es que en el cielo todo creyente disfrutará de salud, riquezas, prosperidad, y felicidad, pero eso será allá, y no aquí. Cuidado con los lobos rapaces que nos hacen pensar que deberíamos vivir en este mundo como si ya viviéramos en el cielo, teniéndolo todo, y si es que no lo hacemos, eso es porque nos falta fe. Ese no es el mensaje Bíblico. Aun el mismo Jesús dijo “yo no tengo ni donde recostar mi cabeza…yo no tengo ni donde regresar cada noche después de un arduo día de trabajo.” Aun el asno con el que Jesús entró en Jerusalén fue prestado al igual que la tumba donde murió. Cuidado con los lobos rapaces, vienen en todas las formas, colores y sabores. Examina bien lo que escuchas y lo que lees, y también a quien escuchas, y a quien lees.