Dice el necio en su corazón: No hay Dios. (Sal. 14:1)
El razonamiento que es una facultad con la que Dios nos creo puede llegar a la conclusión de que Dios no existe, y esto es como cortar la rama del árbol en la que estoy sentado. Pero: ¿Es posible cortar la rama en la que estamos sentados? , en otras palabras ¿Es posible negar con nuestro razonamiento a Aquel que nos dio la capacidad de razonar? El filósofo y matemático francés René Descartes (1596-1650) ideo la frase: “Pienso, luego existo” afirmando que la razón es antes de todo, que la realidad objetiva última, es la razón y no Dios, es por esto que más tarde muchos afirmaron que el hombre creo a Dios.
Carlos Marx por ejemplo creía que el hombre invento a Dios para traer consuelo a su miseria y sufrimiento existente en este mundo, y también como un instrumento de la clase dominante para el mejor control de la clase dominada. Por otro lado Nietzsche decía que la creencia en Dios es una consecuencia de la vida decadente, de la vida incapaz de aceptar el mundo en su dimensión trágica; la idea de Dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida.
En realidad el NO conocer a Dios nos lleva a conclusiones como los de Marx y Nietzsche, sin embargo los que se atreven a conocerlo con un corazón sincero encuentran que Dios lejos de ser una ficción es la realidad más cercana que tenemos. La revelación bíblica, la misma que no es otra cosa que la revelación de los hechos de Dios en la historia; como también la revelación de la gran acción salvífica de Dios a través de Jesucristo para el tiempo presente y futuro, nos desafía a conocerlo y experimentarlo como lo han hecho tantos grandes hombres en la historia. Y es en base a esta experiencia que el apóstol Pablo nos dice: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos”. En verdad toda criatura viviente tiene en su interior el anhelo por Dios, y esta verdad es latente aunque muchos traten de reprimirlo.