“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas… Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.” (Ro. 13:1,3,4)
Hago un alto al tema que estábamos tratando por cuanto la actividad que estamos realizando el día de hoy es de suma importancia y merece que como ciudadanos tengamos la perspectiva de Dios sobre el papel que tiene el gobierno civil.
Como vemos en este texto bíblico, primeramente toda autoridad es establecida por Dios, y el gobierno civil es una de las autoridades establecidas por Dios, como lo son la familia y la iglesia dentro de sus respectivos campos. En segundo lugar nos dice el texto, que el gobierno civil fue establecido con el propósito de infundir temor al que hace lo malo, y de dar alabanza al que hace lo bueno. Como vemos con claridad el gobierno es el agente que establece la paz pública y el bienestar colectivo. De modo que cuando el gobierno ejerce su función con eficiencia, el resultado es claramente visible, los ciudadanos gozan de un ambiente de tranquilidad, no temen al robo, al engaño, al fraude, ni tampoco viven con amenazas ni coerción, ya que los que incurren en delitos, o en criminalidad son castigados inmediatamente y sin contemplación.
Pero por el otro lado, cuando el Gobierno deja de ejercer la función de infundir temor al que hace lo malo, a través de la aplicación de las penas, pronto cae en la aplicación del sistema generalizado de reglas, en donde todos son des confiables, quitándoles de esta manera la motivación a aquellos que hacían el bien de todo corazón. Cuando todos son contados como sospechosos mediante este sistema de reglas, crece el desánimo de hacer lo bueno.