“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…” (Jer.6:16)
Cuenca es una de las ciudades que se ha declarado heredera de las virtudes de España, de Pelayo y de los Reyes Católicos. Debido a esto la ciudad tiene el título de Muy Noble y Muy Leal, y la leyenda de su escudo, tomada del Marqués de Santillana dice “Primero Dios y después voz”.
Nuestra ciudad ha recibido una herencia moral que ha perdurado por siglos, y esto debido a que, el autor de la moralidad nunca dejo de ser proclamado como tal. Por siglos hemos temido y respetado los principios fundamentales de la moralidad cristiana, porque sabíamos de donde salieron; sabíamos que salieron de la naturaleza y el carácter de Dios. Es por esto que si en un momento dado, había alguna duda, sobre algún asunto moral, lo primero que nuestros antepasados decían es: ¿Que dice la ley Dios?
Sin embargo hoy en día las cosas se han invertido, el que decide lo que es correcto e incorrecto ya no es la ley de Dios, sino el hombre. Y esto se ha dado a través de un proceso, en el cual el hombre fue tomando el lugar de Dios como juez del bien y del mal. En este proceso muchas ideas han influido, una de esas ideas ha sido: “el fin justifica los medios” idea que nos ha llevado a tener un método pragmático de ver la vida, donde lo correcto es siempre lo que funciona. Otra idea es: “los grupos vulnerables siempre tienen la razón”, de esta manera nació el multiculturalismo, el mismo que sostiene que los grupos minoritarios y vulnerables siempre están en lo correcto, es por esto que la perspectiva de los movimientos, ya sean estos, de mujeres, indígenas, afroamericanos, homosexuales, y otros, no pueden estar equivocados.
Frente a esta realidad, no se puede afirmar que primero esta Dios y después el hombre, sino todo lo contrario. Es por esto que es urgente volver a las sendas antiguas, como dice el texto de hoy.