¿De qué sirve seguir poniendo reglas?

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Muchos han escrito sobre ¿Cuál es el campo de la moral?, y han coincidido que la moral, se ocupa de tres cosas. La primera, de la justicia social. La segunda de la justicia interior e individual, y la tercera de la meta de las dos primeras. Sin embargo hoy en día al vivir en un mundo más institucionalizado, se piensa que la moral solo debe ocuparse de la justicia social, como por ejemplo, cuando las naciones escriben nuevas constituciones, están tratando de alcanzar la solidaridad y la justicia dentro del convivir social, o cuando un hombre dice: «esto nada tiene que ver con la moral, porque no le hace daño a nadie», también está pensando solo en la primera; ya que no importa cómo esta su moral individual siempre que no choque con su prójimo. Y es, bastante natural que, cuando pensamos en la moralidad, empecemos por las relaciones sociales, ya que los resultados de la injusticia social son muy evidentes y nos influyen todos los días como: la pobreza, los sobornos, las mentiras, el trabajo mal hecho. Y dicho de paso, en esto hay muy poco desacuerdo, ya que casi todas las gentes de todos los tiempos han acordado (en teoría) que los seres humanos deben ser honestos, amables y serviciales los unos con los otros.

Pero aunque es natural empezar con esto, ¿De qué sirve seguir poniendo reglas de comportamiento social si sabemos que, de hecho, nuestra codicia, nuestra cobardía, nuestro mal carácter y nuestra vanidad van a impedir que las cumplamos? Por lo tanto no debemos quedarnos aquí, ya que si no avanzamos a la moral individual, la moral que nace en el carácter de Dios, no debe de sorprendernos del estado de cosas que estamos viviendo.

Salvo el valor y la generosidad de los individuos, conseguirá que ningún sistema funcione correctamente; es por esto que no se puede hacer buenos a los hombres por medio de la ley, sino que los hombres buenos (Temerosos de Dios) forman una sociedad buena.