Un corazón frío

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“y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Mateo 24:12–13

Jesús dice aquí que en los últimos tiempos la maldad hará que el amor de los creyentes se enfríe. Pero también nos dice que aquel cuyo amor resista, será salvo. ¿Cómo está tu amor por el Señor estos días? ¿Ha disminuido? Si este es el caso, hay tres cosas que podemos hacer para que ese amor incremente. Primero, tener una vida de arrepentimiento. Cuando no nos arrepentimos por los pecados cometidos, nuestro corazón se endurece, y Dios no puede estar cerca de un corazón endurecido. Cuando esto sucede, el amor entre Dios y nosotros se enfría. Segundo, conociendo. ¿Recuerda cómo se enamoraron tú y tu cónyuge, o tú y tu novio(a)? Se enamoraron porque poco a poco se llegaron a conocer mejor. Conocieron lo que les gustaba y lo que no, lo que les molestaba y lo que no, etc. ¿Quieres enamorarte más de Dios? Entonces date el tiempo de conocerlo mejor. Él ya te conoce bien a ti, pero tú necesitas conocerlo mejor. Lee tu Biblia, ve a la iglesia, asiste a una célula de estudio bíblico, etc., todo esto te va ayudar a conocerlo a Dios mejor. Finalmente, reconocimiento. En la vida diaria, cuando uno reconoce el valor, y la importancia de otra persona, uno llega amar más a esa persona porque ahora sabe lo mucho que esa persona representa en nuestras vidas. Lo mismo sucede con Dios. Mira a tu alrededor, y ve lo que Dios te ha dado, y te da minuto a minuto, reconócelo en todos tus caminos y vas a ver cómo Dios siempre ha sido fiel y bueno en tu vida.

Así que ¿Cómo está tu amor por Dios? No dejes que tu amor por se enfríe. Recuerda que amar a Dios no es un acto natural, sino anti-natural. Es algo que viene no naturalmente, sino solo con trabajo y dedicación de parte nuestra.